otro texto oblicatorio pongo una historia generada por ia
"Hola, ¿qué tal?", me dijo mi yo interior, sentado en un sillón polvoriento frente a mi escritorio. "Parece que no vas a escribir nada hoy".
El cursor parpadeaba, un diminuto faro de esperanza en la inmensidad de la pantalla en blanco. Lo miré con el mismo entusiasmo que un paciente mira al dentista. Era la hora de enfrentarse a la página en blanco, una criatura mítica que devora ideas, palabras y, a veces, almas. Y yo, sinceramente, no quería enfrentarla.
No es que no tuviera ideas. Tenía cientos, revoloteando en mi cabeza como moscas. Un detective que resolvía crímenes usando la alquimia; una panadera que horneaba pasteles con recuerdos de sus clientes; un árbol milenario que contaba historias a los niños que se sentaban bajo sus ramas. Todas esperando ser plasmadas, pero yo las ignoraba.
En cambio, abrí una pestaña nueva en el navegador. "Los diez mejores memes de gatos", "Cómo cultivar tomates en un balcón pequeño", "El verdadero significado de los sueños". Pura basura, pero era una basura que me permitía posponer lo inevitable. La culpa se enroscaba en mi estómago, una serpiente fría y silenciosa. Sabía que cada minuto que pasaba era un minuto robado a mi propia ambición.
Mi yo interior, ese cínico con bigote, sonrió. "Te lo dije. La procrastinación es un arte, ¿no?".
Cerré los ojos, respiré hondo y me imaginé la historia de la panadera. Sentí el olor de la canela y la vainilla, el calor del horno, el crujido de la corteza recién horneada. Y entonces, una palabra. La primera. La más difícil.
"Sofía..."
No era mucho, pero era algo. El cursor dejó de parpadear frenéticamente. Empezó a moverse, una letra, luego otra. Mi yo interior dejó de sonreír y se recostó en el sillón, satisfecho. No había ganado la batalla contra la página en blanco, pero al menos había declarado la tregua. Por ahora.